Maestro Díaz Pimienta, ayer tuve la suerte inmensa de disfrutar, casi por
azar, de su sesión de repentismo, de su duelo de gallos sin rival, y sobre todo
de sus tremendos malabares con el verso. Yo, como tú, paso frío en Guadalajara pues
soy también de sangre caliente, del sur del sur, de La Habana europea, cuna
también de poetas y truhanes.
Y también nací poeta, se lleva en el adn, y curiosamente soy repentista, pero no de la dialéctica, sino de la visual y gráfica,
nací con un boli bic debajo del brazo y la búsqueda constante de un lenguaje
que nada se parezca a lo que ya sé. Es por eso que dibujar junto a usted, a la
velocidad del pensamiento, se convierta, de aquí en delante de un reto
importante en mi aún pronta trayectoria.
Es por ello que ayer, aterrorizado, cerré mi libreta, me
sumergí en las sombras, y llegué a casa bombeando una derrota, de esas que
hacen daño, de esas que te destrozan, pero que dejan una semilla negra que
brotará, mañana, pasado, dentro de una década…para entonces, Maestro, quiero
que esté preparado.
Así como soy de sangre caliente, soy de verso libre, de prosa poética de las que atan
palabras a la boca hasta que tiran del corazón, pero cuando veo una
demostración, como la que ayer diste, a ver quién es el guapo que se resiste a
escribir hoy una décima, si estima en algo la vida. Así pues, Maestro, aquí
lleva en décimas, en su lenguaje, el homenaje que le dedico.
Como genio repentista
quiero arrodillarme a sus pies,
quiero sentir a flor de piel
lo que sienten los artistas,
cuando salen a la pista
los iluminan los focos,
hasta le brillan los ojos
y yo sentado en mi butaca
dejo llegar sus palabras
y las dibujo con gozo
Y las dibujo con gozo
porque es lo que mejor hago,
aunque me cueste trabajo
hay que arrastrarse en el lodo
para encontrar algo precioso
que yo, repentista visual
intento trasmitirlo igual
sin pretender modificarlo,
aunque de cuando en cuando
dejo a mi corazón actuar.
Dejo a mi corazón actuar
con palabras que recibo,
y es por ello que le escribo
sin intención de molestar
que entre poetas sin piedad
es darle un trago de vino,
desearle un buen destino
lejos del frío invernal
y nos volvamos a encontrar
otra vez en el camino.
otra vez en el camino
más bien tirando al sur del sur
un jardín que tenga más luz
y los poetas sean divinos.
Es de allí de donde vino
un buen día este plebeyo
Con un collar en el cuello
y sus sueños por bandera
sin saber lo que le espera
para perseguir sus deseos.
De gaditano a cubano,
de aprendiz a Maestro,
no se trata de un secuestro
aunque le tiendo la mano
a un duelo entre hermanos,
del malecón a la playa
del papel a la palabra
hasta dibujar cada verso
y en sus poemas el reverso
de lo que mis ojos captan…
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