viernes, 16 de septiembre de 2016

Fin de gira

Anoche la luna no quiso perderse el espectáculo, asomándose al balcón de la Plaza de las Ventas. Fue un auténtico placer ver que las gradas estaban llenas para ver un espectáculo donde la música clásica sí que cuenta. Pero también decir que no solo es música clásica, es Radiohead, Led zeppelín, Lola Flores y mi coterráneo Paco de Lucía.

Ara Malikian es todo eso y es más. Es humor, es espectáculo, es alimento para el alma. Y no es que Ara sea una estrella que brilla por sí sola, que lo es, sino que ha hecho girar a su alrededor los mejores satélites que podía tener. Sus escuderos son auténticas bestias escénicas, a su derecha Jorge y a su izquierda Humberto son las alas que hacen volar a Ara en el escenario. Por detrás la base armónica de la elegante Tania en el contrabajo y Cristina en el chelo. Y a la percusión por un lado Nantha Kumar que da unos matices y un color a la composición brillante, sobre todo en los ritmos “así con un rollito oriental” y el turco que cada día me sorprende más como hace hueco en el escenario para meter sus “juguetitos”.

Pero esta vez no ha sido sólo eso, sino que se ha traído su propia orquesta sinfónica llena de sus pupilos de la cuerda de la orquesta en el tejado así como una docena de vientos y un arpa que brilla sobre todo en el vals de Kairo. Esta canción la he oído en directo desde el día de su estreno en el teatro Apolo al menos una docena de veces. Me encanta. Y me encanta su significado. Creo que anoche fue la vez que más bonita la escuche, con los matices de percusión de Hector, el arpa, y esa docena de violines haciendo pizzicatos.

Y no es solo música, es el recordatorio viviente de que no estamos solos, a que hay problemas a los que no se puede volver la cara. Palabras de un sirio sobre su país, donde hay verdaderos y profundos problemas. Homenaje al pueblo armenio, del que procede su familia, ante el holocausto que sufrió hace 100 años y que pocos países se atreven a reconocer. Y un amor que profesa a la patria española a pesar de que durante catorce años de pisar los escenarios de toda España con propuestas nuevas y brillantes por la cultura no le hubieran dado la nacionalidad española.


Un concierto para abrir los ojos y dejar de mirarnos al ombligo.


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