viernes, 1 de febrero de 2013

¿Políticamente correcto?


Esta vez me he quedado como los bancos de este país, no doy crédito. Como tantas personas que vivimos en nuestra nube me he vuelto a quedar sin agua de tanta que está cayendo en los bolsillos de la corrupción chabacana de unos cuantos. Sin embargo esos cuantos se han gastado unos cuartos en callar a unos cuantos más, al parecer la ley de vida de este país de poderes mediocres. Probablemente, llegada a esta reflexión, me doy cuenta de que el problema reside en que los grandes honestos que abundan, no todo es mierda, no aguantan los codazos ni los pisoteos de pasillo de colegio que se dan en los ministerios y sedes de este país porque gobernar entre necios y mediocres debe ser un desaliento hasta para el más grande de los genios.

Y así sucesivamente, el poder ha pasado de ambiciosos sin talento dejando por alto la cualidad más necesaria en alguien de ese calibre. El carisma. El carisma brilla por su ausencia y dados los tiempos que corren y el acomodo de los grandes tiranos, ya sean empresarios o políticos, ha servido para nutrir en las cabezas de chorlito que todo intento de carisma sea extinguido en el acto. Didácticamente lo podríamos metaforizar en el ataque de las hienas que rondan en los prados hasta que el signo de debilidad del león se convierte en el aliciente para atacar y destronar a  la fiera. O al elefante si nos ceñimos a términos borbónicos.  Esto nos ha llevado a dejar de ser leones para convertirnos en ovejas de redil y pensar que la vida no permite retar a la mediocridad y mirar a los ojos al poder. Pero, esto no es más que mi pequeña opinión, creo que nos equivocamos en dejarnos llevar por la ira de grandes manifestaciones y enormes destrozos. Todo cambio enorme parte de pequeñas acciones, de ponerse a prueba cada día, de mirar diez metros más allá, pensar lateralmente y enfundarse de una honestidad a prueba de bombas.

El término “político” ha tocado fondo en este país, la demagogia ha engordado tanto que se sale de las fronteras y sin duda alguna si hay una crisis en este país es de ideales. Llegó la hora de los nuevos ideales, de los utópicos. De hacer un nuevo mapa mental de lo que somos y de lo que queremos llegar a ser. Mi patrón me dicta que hay que armarse de una honestidad salvaje, de no dejar correr una brizna de aire entre tú y el que se muestre superior a ti, de denunciar en silencio, de tú a tú y con la mirada inyectada. De formar células unidas por la honradez y usar anticuerpos carismáticos y con la cultura como baluarte. Líderes, al fin, que merezca el pueblo. Pero no el pueblo que pone la mano y retira los ojos sino del que castiga con los ojos y retira la mano. El pueblo que debería gobernar. Como el pueblo que destronó la corrupción en Islandia y cuyos méritos han sido tan sofocados por los medios de este país de cobardes y villanos. Hay un pueblo debajo de las madrigueras, hay un corazón en cada uno de esos pechos y, en definitiva, hay una vida que hay que ganarse.

2 comentarios:

  1. Excelente!
    Totalmente de acuerdo.
    "Sé el cambio que quieres ver en el mundo" (Gandhi)

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  2. Es curioso, todo esta reflexión vino porque me estuve leyendo la biografía de Gandhi. Así que una vez más te aplaudo la capacidad de elegir siempre la cita adecuada.

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